Mientras dormías

Buenos días, tengo que confesártelo, quiero que lo sepas…

Ayer te miraba mientras dormías, tu cara, tu respiración, tu postura, tu paz. Los pies enrollados en el edredón, seguro que soñabas, era un sueño genial, seguro.

Tu actividad maravillosa, tu energía durante el día, se convierten en paz y calma cada noche. Siempre atenta, pendiente de todo, aprendiendo, absorbiendo cada minuto. Siempre disfrutas de la vida a tope y desde que llegaste cada día aportas algo nuevo. Tú trajiste el equilibrio, el reparto y la armonía.

Se que no es ortodoxo, se que cuanto antes debes dejarlo, pero créeme si te digo que me encanta ver cómo tiembla tu chupete cuando respiras profundamente. O cómo huele vuestro cuarto a quesito maravilloso. Duermes tranquila porque crees, sabes, que tu hermana te vigila, te cuida, y en cierto modo es así. La botella de agua a tu lado, el «losito» siempre abrazado, porque huele a ti y te da seguridad. Todos necesitamos agarrarnos a algo, a todos nos da seguridad tener el calor y la cercanía de algo.

Cierro la puerta despacio, entornada que no entre mucha luz, pero que haya una referencia. Al fin y al cabo, siempre hay luz, siempre, ya sabes que a tu hermano le gusta que haya luz, a eso se agarra él.

Tu hermano ahora duerme más tranquilo, ya no tiene ataduras, ya es libre, mayor, independiente, y lo sabe, y presume de ello. Los brazos tras la cabeza siempre, como durmiendo bajo la figal en una tarde de verano, con la seguridad que da saber que estás en casa. Anoche tus hermanos y tu respirabais casi al unísono, y era música de paz, posiblemente de lo que más me gusta oír, el descanso del guerrero.

Tu mamá también duerme, ella también respira tranquila, con seguridad, con la que cree que le doy. Acurrucadita en su almohada, agarrada al edredón, seguro que mamá sueña contigo, jugando las dos en un precioso campo de margaritas. Sueña con tu sonrisa, con esos colmillos bribones, o con la sonrisa mellada de tu hermano, o la sonrisa de la princesa de guisante de tu hermana. Sueña que no tiene que ir corriendo de acá para allá, que no plancha y que no tiene que ir a trabajar.

Voy a apagar la luz, me agarro a vosotros para dormir, y entre respiraciones maravillosas, me duermo en paz con la seguridad que me da saber que estáis ahí.

12 comentarios
  1. Alfredo dijo:

    Y qué duro es cuando te das cuenta de que ya no tienes osito al que agarrarte, ni tampoco a papi y mami, que tu eres el osito de otros, y que a veces también necesitarías uno…

    Casi lloro.

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    • Si que es duro, pero es ley de vida y sabemos lo que hay, peor es no saber que nos vamos a encontrar en ella.

      Gracias semper fidelis

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    • Así son las cosas, como dices, pero la vida es así y esa es la ventaja, el final viene de frente. Lo peor es el juego que hace ella, la vida, con nosotros cada día.

      Gracias

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  2. Mónica Nombela dijo:

    Es precioso, el más bonito que te he leído hasta hoy…
    Sigue así, que lo haces genial.
    Muchos besos

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  3. Fernando dijo:

    Si Señor, me ha encantado ( Alfredo estoy contigo) ENHORABUENA.
    Por cierto he hecho gira de respiraciones por casa 😉

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  4. Tito dijo:

    Maravilloso… ¿no lo oís? es el silencio 🙂

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